viernes, 4 de junio de 2010

Un recuerdo entre notas musicales


Veinte años después de la muerte de su esposa, en la sala de música, Fausto Orellana había de recordar aquella noche en que, por primera vez, ella lo llevó a conocer a la orquesta de la cual formaba parte.

El salón se encontraba en un edificio de adobe, a una hora de la casa de Fausto, hace más de cincuenta años, por un grupo de profesores de la escuela de música de su cónyuge.

Aquella estructura era tan antigua que bastaba rozar las paredes con un dedo para que éstas se descascararan.

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